Experimento Michelson & Morley 1887
Desde
la época de Galileo se tenía constancia de le relatividad del movimiento y del
hecho de que cada objeto posee un sistema de referencia propio. Sin embargo, en
el siglo XIX los científicos estaban empeñados en hallar un sistema de
referencia absoluto, es decir, que se moviera y que sirviera de referencia para
el reto; era un obsesión justificada por el hecho de toda la mecánica clásica está
fundamentada en este tipo de sistemas. Simultáneamente, otros de los problemas
que ocupaba alos físicos era el medio a través del cual se propaga la luz. Uno de
los posibles era el éter; que se definía como un fluido, este no solo explicaría
el desplazamiento de las ondas lumínicas, sino que podía ser el sistema de
referencia absoluto. Existían dos hipótesis relativas al mismo: que se
desplazara en conjunto con la Tierra o que la Tierra se desplazara con respecto
al éter.
Fue así como, por una parte los investigadores Michelson y Morley idearon un experimento para medir el desplazamiento de la Tierra con respecto a ese medio, el cual se llevo a cabo en 1887. Partiendo de un dispositivo que Michelson había ideado, construyeron en el laboratorio un nuevo interferómetro, en el que una misma fuente emite dos rayos de luz de la misma longitud que corren simultáneamente dos caminos (de ida y vuelta), pero dispuestos formando un ángulo de 90°- de esta manera se verían afectados de manera diferente por el éter. Al juntar los dos rayos y observar el patrón de interferencia obtenido, el interferómetro dio un resultado negativo, es decir, no había pruebas de la existencia del éter, pero para no romper todos los esquemas que se tenía, se concluyo que el éter era arrastrado por la Tierra.
Fue así como, por una parte los investigadores Michelson y Morley idearon un experimento para medir el desplazamiento de la Tierra con respecto a ese medio, el cual se llevo a cabo en 1887. Partiendo de un dispositivo que Michelson había ideado, construyeron en el laboratorio un nuevo interferómetro, en el que una misma fuente emite dos rayos de luz de la misma longitud que corren simultáneamente dos caminos (de ida y vuelta), pero dispuestos formando un ángulo de 90°- de esta manera se verían afectados de manera diferente por el éter. Al juntar los dos rayos y observar el patrón de interferencia obtenido, el interferómetro dio un resultado negativo, es decir, no había pruebas de la existencia del éter, pero para no romper todos los esquemas que se tenía, se concluyo que el éter era arrastrado por la Tierra.